Durante el larguísimo prolegómeno que está habiendo a la huelga general, mucho se ha estado moviendo en su contra, un poquito a su favor.
Lo que llama la atención es que el debate casi nunca está centrado en el contenido de la reforma laboral, de si está justificada o cómo habría que hacer las cosas. En lugar del mensaje, el debate se ha centrado en el mensajero.
Así, los argumentos frecuentes van desde su papel inadecuado hasta la corrupción. Sobre liberados y sobre subvenciones. Sobre funcionarios. Pero nunca sobre el texto contra el que va dirigida la protesta.
Cuando el sabio (que sea sabio o no no es la cuestión) apunta al cielo, el tonto mira el dedo, y en este caso muerde el anzuelo. Los mismos que durante año y pico largo clamaban a los sindicatos para que le montasen una huelga a ZP, ahora tratan de hacerla fracasar desacreditando a los sindicatos.
No acudir a la huelga como protesta al estado de los sindicatos tiene el mismo sentido que cuando te enfadabas con tu padre o tu profesor y no hacías los deberes o te saltabas la clase. Realmente al que estabas jodiendo era a ti mismo, el único beneficiado de hacer los deberes o aprobar los exámenes.
Así que si te planteas ir o no a la huelga, mira el mensaje y no el mensajero, al cielo y no al dedo. Enfréntate al texto de la reforma, valora si lo compartes o estás en contra, e imagina las consecuencias que puede tener la nueva norma en el futuro para ti y para los demás. Si te parece negativo, considera si el sacrificio de la huelga merece la pena ante la posibilidad de parar la reforma.
Fijarse en el dedo es de tontos.
Bitácora de Inconexo (20311)
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